Los primeros años de la empresa, los dedicamos a aprender a hacer desarrollos pedagógicamente bien logrados. Había estudiado un diplomado en Gestión Tecnológica y la gestión por proyectos y la ingeniería concurrente nos caía bien, cuatro fases: concepción, estructuración ejecución y cierre.
Pero pronto estudiamos el modelo Instruccional ADDIE, de 5 fases. La fase nueva era la Implementación, porque las otras cuatro tienen distinto nombre pero son iguales en esencia, son casi sinónimos:
Concepción - Análisis
Estructuración - Diseño
Ejecución - Desarrollo
Cierre - Evaluación.
Y el cuento de la implementación, que parecía tan sencillo, se fue convirtiendo en el punto crítico para lograr el éxito, pues hacíamos desarrollos que el cliente recibía a satisfacción, pero que los usuarios no llegaban a ver y esto se convertía en malestar para el cliente y frustración para nosotros.
Empezamos a estudiar ¿por qué no veían los cursos?
Me sentaba con cualquier empleado escogido al azar y le mostraba los programas y también les gustaba, hacíamos evaluaciones y les gustaba, pero masivamente no los veían.
Esto nos llevó a una conclusión errada, a concebir un paradigma que tardó muchos años en resolverse:
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